martes, 30 de septiembre de 2008

CoNtEnCiÓn LiTeRaRiA


Ayer hablé por teléfono con mis padres.

Y me hablaron del blog.

Me dijeron que un amigo nuestro, un amigo de la familia, de nacionalidad americana, lo había estado leyendo y se había divertido con él, pero que, al mismo tiempo, no había dejado de sentir cierta preocupación al leer ciertos comentarios y alusiones a temas sensibles, como la bandera, la identidad nacional u otros.

Su inquietud venía de su conocimento de sus propios compatriotas.

El mensaje venía a ser: ten más cuidado con lo que escribes.

Si hasta la fecha he sido bastante comedido, ello ha sido por varias razones.

En primer lugar: por respeto y gratitud.

Soy un (profesor) visitante en Texas y en Estados Unidos. Se me está brindando la oportunidad de vivir y trabajar en este país en virtud de un acuerdo bilateral entre el Ministerio de Educación en España y su homólogo estadounidense. Además, desde que he llegado la actitud general de los americanos, tanto en la escuela como en la calle, ha sido de una hospitalidad sin tacha. Así las cosas, respeto y gratitud son dos ingredientes que necesariamente han de estar presentes en estas crónicas, como un contrapunto a la reacción que en mí suscitan algunas de las cosas que veo a mi alrededor.

En segundo lugar: por relativismo cultural.

A menudo nos quejamos de que los americanos son etnocéntricos y ombliguistas, de que sólo conocen, o sólo les interesaría conocer, su país. Sea o no cierto el estereotipo, ello no justificaría por mi parte sucumbir a esa misma tentación de simplificar la realidad al percibirla desde nuestra particular y a veces localista y pueblerina visión del mundo. Quizás por ello, antes de escribir algunos de los posts que tengo en mente acerca de la religión, el consumismo, la política y la cultura en general he preferido esperar y seguir observando. He preferido no precipitarme y tener, antes de vomitar cualquier diatriba antiyanqui, la ocasión y el tiempo de reflexionar, de repensarme a mí y a la cultura de la que procedo, para así poder esquivar mejor cualquier prejuicio injusto.

Y en tercer lugar: por prudencia.

En efecto, soy consciente de que este blog es perfectamente localizable por cualquiera provisto de un bagaje tecnológico básico, incluso si no hubiese ofrecido en él datos personales. Soy consciente de que la línea que separa al Andriu que lo firma del Andrés Fajardo que ocupa una plaza en una Escuela Elemental del norte de Tyler es finísima. El primero no es tan libre de publicar lo que quiera cuando esa línea es tan fina y al segundo le advirtieron -otros profes españoles veteranos- que no era aconsejable tomarse una cerveza en un café de Tyler con la camiseta de la escuela puesta. Soy consciente de que se espera de mí por parte de quien nos ha contratado cierta etiqueta y que el responsable del Ministerio de Educación español nos advirtió de que tuviéramos mucho cuidado con lo que hacíamos y que no olvidáramos que además de profesores éramos "embajadores españoles" en Estados Unidos y que era responsabilidad nuestra "que las puertas quedaran abiertas" para que en el futuro pudieran seguir viniendo más profesores visitantes al país.

Joder, qué mal rollo me está entrando...

Son demasiadas razones, demasiados obstáculos para un blog, que es casi por esencia un producto cultural ácrata y libre, personal e idiosincrático, a menudo anónimo.

Por otra parte, el número de lectores y comentaristas ha aumentado y se ha diversificado en los últimos tiempos. Qué lejos quedan aquellos posts interminables escritos en soledad y febrilmente en alguna madrugada caletera, casi como un diario personal a la vieja usanza, como una bitácora de a bordo sólo accesible al capitán, en la que sólo muy de cuando en cuando naufragaba algún comentarista insólito. Ello, quiéralo uno o no, necesariamente impone cierta autocensura o contención.

Así que la noticia o el comentario telefónico me cayó, en principio, como un jarro de agua fría.

¿A quién no le agría el domingo pensar que la policía federal, las autoridades escolares o las espirituales-religiosas de Tyler pudieran estar potencialmente interesadas en meter las narices en el blog de uno?

Pero luego, pensándolo mejor, he conseguido darle la vuelta a la noticia.

Y es que nada hay más excitante y estimulante que tener que fintar con el lenguaje.

Y es que nada más intelectualmente sano que pensarse las cosas dos veces antes de publicarlas.

Nada más entretenido y sugestivo que introducir cierta complejidad al recurrir al gesto parcialmente inhibitorio de la contención literaria...



sábado, 27 de septiembre de 2008

SoBrE RuEdAs


El jueves pasado, sólo una semana antes que mi hermano, fui a examinarme del carnet de conducir.

Por cierto, brother: Congratulation!

Desde el principio nos habían dicho que tener el Driving Licence texano era casi imprescindible para sobrevivir en el país, pese a que legalmente nuestro carnet de conducir español era suficiente para conducir legalmente durante un año en territorio americano.

Lo que ocurre es que el Driving Licence en la práctica ejerce parte de las funciones que tiene el DNI en España. Por ejemplo, te lo piden al entrar a un pub, o al pedir una cerveza, a fin de comprobar tu edad. Te lo piden al hacerte socio del Blockbuster. O al registrarte en un hotel.

Y lo más importante: sin él lo que tengo que pagar por tener asegurado mi coche se triplica.

Así que el pasado jueves por la tarde fuimos Pepe, Raquel y yo a probar suerte con el teórico.

Terminamos del cole y salimos disparados para la oficina de Tráfico, porque cerraban a las 18:00 y sólo los jueves abrían por la tarde.

Al llegar a la ventanilla me adviertió la empleada de que me faltaba un maldito documento, el DS2019, que acompaña siempre al pasaporte, aunque no en mi caso. Le pregunté que si me examinaría si en media hora, que es mucho menos de lo que tardo en ir y volver desde allí a mi casa, estaba de vuelta allí con el DS2019 entre los dientes y moviendo la colita.

-Half an hour, no more. We´re closing in half an hour -me dijo la buena mujer.



Nunca había corrido tanto desde que llegué a este país de lenta conducción.

Nunca me había saltado tantas normas, límites y leyes juntas.

Las mismas que trataba de memorizar mientras conducía a todo gas.

Sí, amigos, qué inconsecuentes somos a veces y qué trecho hay entre la teoría y la práctica.



Al final llegué a tiempo y me pude examinar.

No había estudiado nada, nada, nada, la noche anterior. Ni el día, ni la semana anteriores. Tan sólo me había leído los primeros capítulos hacía cosa de un mes y medio, cuando llegamos a Tyler y recogimos el librito amarillo o Texas Drivers Handbook.

Pero al llegar Pepe había ya terminado su examen y me resumió por encima el tipo de preguntas que salían y lo que sí debía memorizar por encima de todo.



Había alguna que otra pregunta cabrona, como en España.

Esa, por ejemplo, acerca de la distancia de seguridad que hay que mantener con el vehículo que circula delante, a saber: 2 segundos.

Pero casi todo el resto afortunadamente se sacaban gracias al sentido común y un conocimiento general de la normativa europea.



Sólo me asustaba un poco el carácter sui generis del estado de Texas, y que en lo relativo a leyes pudiera revelarse como manifiestamente insufiente el apelar al mero sentido común.


Y es que en Texas está permitido conducir una moto, de cualquier cilindrada, con dos cojones.



Es decir, sin casco.



También está permitido hablar por el móvil mientras se conduce.

En el país de la automoción, los coches grandes, las autovías por doquier y la gasolina barata había -pensé- que reconducir el sentido común hacia la máxima no escrita de que el conductor siempre tiene la razón, que podría complementarse con el dictum:

...y al peatón que le jodan.



Wal Mart, el Gran Bazar yanqui, la cueva americana de Aladino, ese lugar en que todo lo hay, la solución a todos tus problemas y necesidades, reales o imaginarias, es inaccesible para el peatón, que tendría que transitar durante kilómetros por exiguos arcenes de atiborradas autovías.

Sin embargo, dispone de una extensa llanura amplia y gratuita para que el conductor, con Texas Driving Licence o sin ella, aparque cómodamente su vehículo.



Joder, ya hablaré con más calma, en otro post, de los hipermercados aquí. Hay mucho que contar.


El conductor en Estados Unidos no sólo no tiene que bajarse del coche para tomarse una hamburguesa en cualquiera de las burguer-franquincias nacionales o un café en el Starbuck. Tampoco hace falta bajarse si lo que quiere es sacar dinero del banco.



En esta sucursal del Bank of America tuve que preguntar a una empleada que si podía sacar dinero del cajero sin necesidad de hacerlo desde el coche.

Desde el coche puedes gestionar tus cuentas, hacer ingresos, retirar fondos o mandarle notitas y juramentos de amor eterno a las empleadas. Todo ello a través de un cilindro de plástico hueco en el que se introduce el dinero, el papeleo o el bolígrafo para firmar planes de ahorro o componer versos. El cilindro, una vez que el cliente ha terminado con él, sube disparado hacia arriba y llega a la oficina.

Y yo me pregunto:

A la gente que trabaja en esta oficina de voz al público... ¿la obligarán a llevar corbata?


También Pepe me chivó alguna pregunta acerca de la conducción de autobuses escolares.

Me habían dicho que el examen teórico era facilísimo, un puro trámite.

Así que cuando me senté delante del ordenador y leí la primera pregunta:

1. Usted se llama...

a) Fajardo-Juan, Andres.
b) McMillan, Sally.
c) Robertson, Philip.
d) Smith, Erin.

....pensé para mis adentros:

¡Jodeeeeeeeeeeeeeeer! ¡Estos americanos son la hostia!

Marqué la opción "a" y le di al botón verde de "Aceptar" y seguí leyendo:

2. Identifique su fecha de nacimiento.

a) 09-22-1953.
b) 05-02-1983.
c) 07-09-1977.
d) 03-04-1947.

Marqué la correcta mientras exclamaba entre dientes:

Joder, joder, joder, I love this country, qué cara de estúpido se me habría quedado al ver esto si hubiera estudiado el manual anoche...

Pero entonces se aclaró todo.

La pantalla cambió y apareció un mensaje que rezaba:

Ahora que ha practicado y se ha familiarizado usted con el sistema de respuestas de opción múltiple, vamos a dar paso a la primera pregunta del test.

Vale
-me dije.

Y tragué saliva.



Había, como dije, preguntas para las que bastaba recurrir al sentido común; y había, también, preguntas para las que además hacía falta haber estudiado, o haber memorizado las atropelladas palabras de Pepe, o incluso atreverse a sacar del bolsillo ese esquema-chuleta que me había pasado él en el último momento.

-Pero bueno, joder, que eres profesor de filosofía en España. Se te va a caer la cara de vergüenza como te trinquen. Que coño, que estos hasta te anulan el visado, o algo peor...



Al final no hizo falta arriesgar el tipo por un papelucho y un sello miserables.

Hacía falta acertar un 70% de las treinta y pico preguntas y acerté un 75%.

Mi coche descansa bajo un cielo plomizo, mas al amparo de las dos banderas.

Porque ya casi tengo mi carné tejano.

Porque ya me siento un poco más americano.


martes, 23 de septiembre de 2008

domingo, 21 de septiembre de 2008

FiEsTa MeXiCaNa


Hoy a las 16:00 horas Mrs. Chavez hizo una fiesta en su casa.

Una fiesta hispana, con latinos y españoles, para celebrar la Independencia de Mexico tomándonos un pozole.

Esta semana hemos celebrado el día 17 la Constitución de Estados Unidos, lo cual me ha permitido enseñarle a mis gansitos cómo es la bandera de este país.

De paso, les he enseñado cómo es la bandera de Mexico y cómo es la de España.

Le he preguntado a cada uno por su lugar de nacimiento; la mitad han nacido en Mexico y la mitad en Texas.

Y les he dicho que íbamos a aprender a reconocer las banderas de los países en los que habíamos nacido todos y cada uno de nosotros.

No he querido hablarles de la bandera canaria por no hacerles un potaje mental mayor del que tenían.

Y hablando de potajes, el pozole es una especie de caldo de cerdo con maíz y otros complementos: rábano, col, zumo de limón, tortitas y chile para ponerlo bien rico y picoso.



Agradece uno el comer de vez en cuando un plato de comida de verdad y no esos simulacros alimenticios que ve uno en los supermercados y que parecen sacados de una película de Disney.



Me serví dos veces y la segunda de ellas me pasé con el picante y rompí a sudar.

Entre plato y plato Mr. Fernández me contó la historia del pozole.

Al parecer, el plato en cuestión es una especie de emblema gastronómico que se prepara principalmente con motivo de la celebración de la Independencia de Mexico, el 16 de septiembre.

Y goza de una larga y escabrosa historia.

El propio Hernán Cortés refirió en sus diarios cuán popular era el consumo de este plato entre los oriundos de la que sería luego bautizada como Nueva España.

Podía prepararse con cerdo, con pollo o con carne... humana.

En efecto, el pozole que comía el emperador y los sacerdotes tenía esta singular prerrogativa.

El pueblo raso se atiborraba a maíz con algún trozo escuálido de carne de puerco en el caldo, pero el pozole "tipo emperador" llevaba manitas de infante, corazón de guerrero o muslito de chamaquita virgen, según el caso.



No quise bromear con si el lunes nos encontraríamos un maestro o una maestra de menos en Orr.



Mr. Guerrero resultó ser un portento con la guitarra.

Es de El Salvador, cosa que ignoraba.



Cada cual tiene su historia y casi todas se vinculan de algún modo a la inmigración, al nomadismo, al desarraigo.

Abandonaron su lugar de origen, como quien se fue a Barcelona, a Gijón, a Tyler.

Me apasiona conocer estas historias, en las que luego se basan las novelas y las buenas películas.

Mr. Flores es el señor de la gorra y el brazo lleno de tatuajes con motivos incas o aztecas. Lleva quince años en Tyler pero se crió en California. Su familia emigró allí cuando tenía él cinco años y allí se casó y crió a sus hijos, hasta que trasladaron la fábrica en la que trabaja a Texas. Sus tres hijos están en las Fuerzas Armadas del Ejército de Estados Unidos. Lleva puesta una gorra que dice Air Force y sólo después de oirle hablar de sus hijos puedo vislumbrar el significado que para él tiene esa gorra que yo jamás me podría. Su hija y el marido de su hija llevan un año destinados en bases militares de Corea del Sur.

Luego está Mr. Fernández, que se me antoja un rara avis en esta escuela primaria de Tyler. Me ha hablado de Bertrand Russell, del papel que jugaron las especias y especialmente la pimienta en el descubrimiento de América y del observatorio astronómico del Roque de los Muchachos, ya que es un aficionado a la astronomía.



También me sorprendió el dominio de la flauta del otro Mr. Fernández.

Juntos formaron un buen dúo y tocaron un poco de todo, aunque principalmente boleros.



Fiesta mexicana, merienda-almuerzo, encuentro extraescolar.

La cultura hispana y concretamente la mexicana aunque más específicamente la cultura Tex-Mex forma ya parte de la cultura del sur de Estados Unidos y como tal estará presente de un modo u otro en estas crónicas.

¡Viva Famara y viva el pozole!


sábado, 20 de septiembre de 2008

PaRa CiZaÑiTaS...


...que tan sabios consejos da.

jueves, 18 de septiembre de 2008

P.D.


Hoy mi coche volvió a ser el último en abandonar el parking del cole.

martes, 16 de septiembre de 2008

Mi DeAdLiNe


Estamos sudando la camiseta.

Me refiero a los profesores españoles, aunque no sólo.

Cada vez que me cruzo con Mrs. Smith en la escuela me río un rato con ella porque siempre está overwhelmed (saturada).

Y es que, de hecho, siempre está.

Si voy el sábado a la escuela, está.

Si va Raquel el domingo, está.

Cuando salgo por las tardes de regreso a casa, está.

Siempre está quejándose, medio en serio medio en broma.

-Ándrhes, that´s not possible!

-Ándrhes, that´s crazy!

-Ándrhes, I think I´m gonna need a
margarita!

Dice que lleva 30 años trabajando y que esto no lo ha visto nunca.

Curioso...

Este año el distrito escolar de Tyler y el estado de Texas está empezando a implantar un sistema o programa o curriculum unificado y totalmente informatizado.

Se llama CScope.

A mí por el momento me parece estupendo. Quizás más adelante les cuente algo más al respecto.

Pero para quien nunca tuvo buenas relaciones con la informática, el Cscope está siendo en cierto modo una pesadilla.

Mrs. Smith llevaba una semana jurándome que no se pensaba rozar por la escuela este fin de semana, que venía a visitarla su novio desde San Antonio y pensaba dejarlo todo hecho antes del viernes.

Yo bromeaba y le decía:

-Vale, pero tampoco quiero ver por aquí a tu hermana gemela metida en tu room haciendo lesson plans.

O

-Este fin de semana tienes excusa... Si no fuera por el huracán Ike seguro que te veía por aquí.

El huracán llegó muy debilitado a Tyler y esta mañana Mrs. Smith me confesó:

-Ándrhes, el domingo vine, Ándrhes, diez minutos, pero vine.

-That´s crazy, Ándrhes, can´t believe it!

Raquel y yo alguna vez la hemos tanteado un poco para ver si lo de las margaritas va en serio, pero siempre acaba riéndose y admitiendo:

-Don´t trust me, Ándrhes, I´m kidding.

Y es que ser profesor en Tyler y hablar de irse a tomar unas margaritas por ahí puede ser una imprudencia.

Si Mrs. Smith supiera que cada viernes nos vamos al "On the borders" a tomar un par de ellas, no sé que podría pasar.

Puede que se viniera con nosotros encantada de la vida.

O puede que ese buen rollito entre pasillo y aula que hay entre nosotros se enfriara...

Pero me estoy enrollando y yendo por las ramas.

Hablaba de sudar la camiseta.

No estas dos, que todavía no he estrenado.

Al llegar al aula esta mañana estaban colocadas sobre mi mesa con mi apellido en un post-it. Es la camiseta para el viernes, el casual day, en el que se nos permite ir al cole en vaqueros y con una de estas dos camisetas del equipo.

Al ver los colores me sentí como en casa...



Lo que quiero decir es que son muchos los días en los que salgo del cole a estas horas.

Conduzco y veo ponerse el sol por el lejanísimo oeste, el very far west.

El oeste por excelencia siempre fue para mí ese faro de la isla de el Hierro.

Y por eso me quedo embobado también con este cielo al extremo oeste del isleño oeste.

Conduzco y lo contemplo e intento esquivar en el dial las emisoras baptistas y las presbiterianas, a fin de no confundir el sentimiento en cuestión y quedar convertido a cualquiera de estos credos.

Porque lo que me transmite en verdad el lienzo móvil e inasible de esa luz crepuscular no es otra cosa que la alegría y tristeza simultáneas que desde el título de este blog hasta gran parte de sus posts trato de perfilar y matizar desde hace ya un buen tiempo.

Es esa luz difusa y viva la que me despierta y rescata fugazmente de esta vorágine laboral y me recuerda que hay ahí fuera un mundo enorme esperándome.

Y que me lo estoy perdiendo.

No es Mrs. Smith sino la luz y el cielo teñido quien me repite:

-That´s crazy, can´t believe it...



¿Pero en qué, demonios, se van tantas horas?

¿En qué, para que al final llegues a tu casa exhausto y tires al suelo la maleta, tu teacher ID y todo lo relativo al curro? -dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul.



A veces en trainings o cursillos por las tardes, de uno y mil temas.

Desde diabetes hasta discriminación sexual, pasando por uno sobre instrucciones para manejar el teléfono del aula.

En Austin, al llegar, estuvimos toda una semana haciendo trainings y me lo pasé pipa.

Me gusta aprender y por lo tanto la mayor parte de los cursos por lo general me entretienen y algunas veces me fascinan.



El de Austin estuvo genial.

Nos quedábamos, los 59 profesores españoles visitantes en el estado deTexas, en una residencia universitaria privada a lo Harry Potter.

Por la mañana cursillos y por la tarde deporte y vida nocturna en Austin, la tercera ciudad con más marcha del país.

Pero eso es otra historia.

Ya hablaré sobre esa primera en Texas.

Le debo un post a The Conquerors.

Ahora los trainings son por la tarde, después de un día en el cole en el que el despertador se ha colado en mis sueños a las 6:15 am y sólo he tenido 30 minutos para comer mientras reviso el correo del Centro.



Y después del training la faena continúa en casa.

No he tenido tiempo ni ganas de amueblar la casa, así que reservo un espacio de la moqueta para cada asignatura.



A veces también me ocurre que salgo por las mañanas y dejo el apartamento hecho un pincel, ordenado y limpio, pero al llegar por la tarde entro y me lo encuentro todo revuelto.

Algún ladrón entra durante el día y me lo desordena todo, pese a no llevarse nada.

O quizás es la poli de Tyler que ha oído ciertas conversaciones y lo ha estado registrando en busca de margarita.



Alguna vez he sido el último en irme del cole y en el parking esta mi cochazo desesperado y solo.

Dentro de algunos meses, cuando llegue a la escuela por las mañanas, también será noche cerrada.



Junto a mi escritorio, en la escuela, cuelgo un calendario en el que voy tachando fechas importantes.

Aquí es tan grande la presión que te meten con todo, que a una fecha límite la llaman deadline.

Hay plazos para todo:

Para hacer este examen o el otro.

Para meter los resultados en tal o cual aplicación informática.

Para hacer un inventario, para recoger de los padres impresos firmados, para...

Yo que he sido jefe de estudios sé lo importante que resulta para la organización de un Centro el que las partes realicen correctamente y en tiempo su cometido.

Así que pienso hacer bien mi trabajo de hormiguita...

Eso sí, yo también tengo que marcarme una deadline.

Tengo que ponerle fecha, límite y plazo a esta entrega en cuerpo y alma a Tyler ISD.

Debo no perder la perspectiva.

La de ese cielo vasto y cambiante que se extiende sobre Tyler y mucho, mucho más allá de Tyler...



lunes, 15 de septiembre de 2008

PaRa RiCaRdO...


...que no sabe cuánto me quieren las texanas.


sábado, 13 de septiembre de 2008

Is CoMiNg


Vengo del Wall-Mart y se han agotado las linternas.

El pasillo del agua ha sido saqueado y sólo quedaba agua francesa, Evian, la más cara, pero para un sibarita hidrológico como yo pas de problème.

En el cole no han parado de decirme que ni se me ocurra salir a ningún sitio este fin de semana.

Que compre agua y latas por si falta suministro eléctrico.

Que llene de gasolina el depósito del coche.

Que no me ponga cerca de las ventanas.

Que me encierre en el cuarto de baño si la cosa se pone fea.

¿Será para tanto?

¿O formará parte todo ello de la histeria colectiva a la que, según Michael Moore, tan propensos son los americanos?

El caso es que ha llegado el anhelado fin de semana y se hace patente que lo pasaré de puertas adentro.

En los informativos locales advierten de que mañana sábado el huracán Ike alcanzará la costa texana y que en su ruta hacia el norte de Texas pasará por encima, o muy cerca de, Tyler.

Aquí hemos tenido clase hoy, incluso he sacado al patio a mis gansitos, pero no así en otros distritos escolares, como Houston o Gallena Park.

Allí en la costa ya han empezado las evacuaciones y dispositivos de alerta.

El cielo esta en calma aún, nada anuncia lo que se avecina, salvo todas las emisoras de radio y todos los informativos.

Aún tenemos unas horas, las de esta noche.

Me iré a tomar unas margaritas con los profes españoles al "On the border" y salir así un poco del encierro laboral.

Quizás me encuentre a Dorothy antes de que se la lleve el huracán...

Actualización: 13 de septiembre 16:00 horas.

Supuestamente hace una hora escasa pasó lo peor.

Aquí tienen un informativo anunciando la llegada a Tyler de IKE.

La verdad, el resultado fue un poco decepcionante.

Debe de ser que de pequeño me aprendí bien el cuento de los tres cerditos...



viernes, 12 de septiembre de 2008

TrEs SeMaNaS


El pueblo americano es muy entusiasta de los homenajes y de la extereorización pública del sentimiento, ya sea éste alegre o triste.

Entusiasta de la pompa y la solemnidad.

De las banderas y símbolos colectivos.

De llevarse la mano al pecho en público y cantar el himno o jurar la bandera.

En el caso de Texas, las banderas.

Desde que llegué a Tyler, hará cosa de un mes, ya me he visto en tres ocasiones envuelto en situaciones en las que no sabía donde colocar la mano derecha.

Hoy ha sido la tercera, con ocasión del recuerdo por las víctimas del 11-S de 2001.

A las 10:00 se ha encendido la megafonía y la directora se ha dirijido a todo el Centro para recordar la efeméride y rogarnos a todos cantar juntos el himno y un minuto de silencio.

Yo ya había alertado a mis gansitos, para que no les cogiera de sorpresa.

Y bueno, en realidad ha sido inevitable: todas las mañanas repasamos durante unos veinte minutos el calendario y al ver que hoy era 11 de septiembre no pude evitar hablarles brevemente de lo ocurrido.

Mientras lo hacía me percaté de que la mayoría de ellos aún no habían nacido cuando se derrumbaron las dos torres.

Y me sentí un anciano.

Yessenia el otro día me dijo:

-Mr. Fajardo, mi papá es muy mayor: tiene 31 años.

No cantamos el himno.

Yo, porque no me lo sé.

Soy todavía un maestro al que le faltan todavía muchas canciones por aprender y no va a ser el himno de Estados Unidos la primera de ellas.

No obstante, tendré que reflexionar al respecto: el martes la profesora de música me dijo asombrada delante de todos mis gansitos que tenían que aprenderse la bandera de su país, hubieran nacido aquí o no, pues al señalarles el paño en cuestión, lleno de barras y estrellas, y preguntarles por él, le habían respondido que era la bandera de Mexico.

Seguro que esa noche la pobre mujer no pudo pegar ojo.

Así que probablemente mis gansitos no cantaron porque tampoco se sabían el himno.



Sin embargo esta es la zona cero en Nueva York.

Un lugar donde todavía no hay nada: tan sólo un solar tapiado y lleno de grúas y maquinaria pesada.

El lugar concreto en el que ocurrieron acontecimientos de tal envergadura sorprende por su absoluta sobriedad.

Como si ese lugar preciso de la Tierra no hubiera quedado marcado para siempre.

Como si el tiempo pudiera al transcurrir borrarlo todo y traer al mundo a niños a los que aquello tan remoto les parecerá imposible, irreal, sin importancia.

Tras haberles resumido el episodio de las torres gemelas, Isaura contraatacó con otra anécdota:

-Pues un día estaba enfrente de mi casa y una troca se chocó con un carro y el que manejaba el carro se murió.

Lo cual es mucho más real para ellos que lo de las torres gemelas.



Pero en cuanto a lugares en los que ocurrió algo sonado y el tiempo los consumió y los devolvió al casi anonimato está esta cruz en la que tirotearon a Kennedy.

¡Bravo brother!

La gente se acerca a ella, la pisa o toca, cual talismán.

Y se saca la foto.



Pero enseguida tiene que correr y alcanzar la acera para ponerse en lugar seguro.

Pues está en medio de una vía rápida de tres carriles.

No está cercada ni protegida y los coches la pisan a diario

Supongo que habrán de repasarle el blanco de la pintura cada dos meses.

De hecho, hay otra cruz idéntica veinte metros más abajo y uno no sabe exactamente cuál es la de Kennedy.

E intuye que la otra será la de alguien que fue a sacarse la foto en la primera con el semáforo en verde y el impactó lo arrastró veinte metros.


Menos mal que antes de ver la cruz habíamos estado aquí, a 200 yardas de distancia.



La placa acompaña a este monumento fúnebre y gigantesco de forma casi cúbica.

Un lego mastodóntico y hueco, con paredes como de cámara acorazada.

El interior es un espacio blindado, a salvo de balas.



Y abierto al mismo tiempo.

Abierto al cielo, Dios, los muertos o a todo en uno.



Y abierto en la base, accesible a todo el que quiera entrar en él y rendirle homenaje.



O simplemente sacarse la foto.

Fui a Dallas con Pepe, Edurne, Ángel, Raquel, Alejandra y Paula.

El siguiente fin de semana Ángel y Edurne, profesores visitantes como nosotros, pero en su segundo año ya en Tyler, nos invitaron a una fiesta en casa de una amiga americana suya. Allí había un personaje peculiar, el típico redneck, que al preguntarnos que qué habíamos visitado en Dallas y contarles nosotros lo de JFK rompió a reirse escandalosamente y soltó:

-¿A la tumba de Kennedy? ¡Fuisteis a la tumba de Kennedy! Jajajajaja... Cuando se murió ese cabrón mi padre se estuvo riendo en casa tres semanas... Jajajaja... ¡A la tumba de Kennedy!


miércoles, 10 de septiembre de 2008

AgUdEzA HiStóRiCa


¿Qué representa esta cruz?

lunes, 8 de septiembre de 2008

MiS GaNSiToS


Mañana les pediré a mis gansitos que se acuerden de Mónica y que le hagamos entre todos un regalo.

Cada uno podría hacer un dibujo dedicado.

También podríamos hacer una pancarta de bienvenida y colgarla en el aula para cuando vuelva.

No sé, se aceptan sugerencias.

Se ha roto algún huesito de la pierna y todavía le queda una semana y media en casa.

Es lo menos que puede hacer una manada de gansos por una gansita herida.



A Yessenia seguro que le entusiasma la idea si consigo darle, sin que se note mucho, algún puesto de especial responsabilidad, alguna tarea exclusiva para ella.

-Mr. Fajardo, yo puedo ser su ayudante siempre -me dijo el otro día.

Yo le dejo afilar los crayones, o recogerlos, o repartirlos, o limpiar los papeles, o ordenar los libros.

A mis gansitos les encanta ayudar y hacer este tipo de cosas y eso a mí me asombra.

-Mr. Fajardo, yo en casa ayudo mucho a mi mamá -añadió.

Me pregunto con qué tipo de tareas. Una profesora española me contaba el otro día que tenía alumnas de kinder que planchaban la ropa en casa.

Me pregunto si también los niños, los gansitos, ayudarán de esa forma a sus mamás. Y es que me temo que sus papás no lo hacen. Un profesor español, Pepe, me contaba el otro día una anécdota. Se había quemado con aceite en la cocina, al prepararse la cena. Al día siguiente dos alumnas suyas se fijaron en la quemadura y le preguntaron:

-Mr. Fernández, ¿qué le ha pasado en la mano?

-Me he quemado cocinando.

Ellas se han quedado atónitas, con los ojos como platos, y han protestado:

-¡Pero usted cocina! ¿Por qué no está casado, Mr. Fernández?

Sus alumnos sólo están en 2º grado, no tienen más de 8 años.

Texas es machista, Tyler lo es especialmente y también la cultura mexicana, me temo.

Por si acaso, a veces concedo el privilegio de ayudar al maestro a algún chico. Es increíble ver cómo voluntarios no faltan.



Jorge es el alumno ejemplar en cuanto a comportamiento se refiere.

¡Qué fácil sería todo si fueran todos como él!

Con él sólo hace falta decir las cosas una vez, no quince.

Cuando hay que hacer la fila, allí va raudo y en silencio a colocarse en su sitio.

Cuando les digo que se vayan sentando en la alfombra en silencio, llega el primero, se sienta con las piernas cruzadas y espera muy calladito a que yo llegue.

No se le ocurre tirarse en plancha abrazado a algún compañero, ni levantarse corriendo y excitado, ni acercarse a la zona de los manipulativos a trastear, ni andar haciendo bulla, ni ir a beber agua sin permiso...

Da gusto tener a alumnos así.

Seguramente me dirán que son los otros los que dan vidilla a la clase, los que hacen de la experiencia docente un reto y una aventura, los que a la larga son susceptibles de dar mayores y profundas satisfacciones.

Estoy de acuerdo.

Pero a veces uno está cansado, la jornada es larga, las horas de sueño son pocas y mucho el papeleo.

En esas circunstancias, desearíamos que todos fueran como Jorge y preferiríamos dejar el idealismo y el heroismo profesional de lado.



Pero es difícil hacerlo, pues la mayoría de mis gansitos son como Aaliyah y uno siente que no puede fallarles.

En realidad, el problema o el reto no es a nivel de comportamiento, sino de hábitos y sobre todo de nivel y de capacidad.

Aaliyah es una de las alumnas más flojitas, con más problemas de comprensión y de base. Escribe su nombre y nada más pues no sabe leer. Después de practicar y practicar, con juegos y con estrategias distintas, todavía no ha conseguido aprenderse los días de la semana.

Cuando estamos haciendo actividades en gran grupo y éstas tienen cierta complejidad ella desconecta, bate sus alitas, cambia el rumbo y deja de seguirnos.

Cuesta trabajo reengancharla, traerla de regreso.

Así ocurre con otros tantos, no sólo con Aaliyah.

No es culpa suya, no hay nada que reprocharles.

A diferencia de lo que pasa en Secundaria, aquí cuando algo falla a quien hay que mirar es al maestro y a la familia.

A las 3:00 acompaño a mis alumnos afuera. Dejo en la guagua o bus o (como dicen ellos) "camión" a los que no vienen a buscar. Luego me voy a la entrada del cole con los otros, con los que se van en "carro". Allí me espero un rato, hasta las 3:15 más o menos, mientras van viniendo papás y mamás a llevarse a sus retoños llenos de alborozo.

Los de Aaliyah siempre vienen los últimos. Muchos días me voy adentro y la dejo allí con las asistentes, personas contratadas para hacer ese tipo de tarea y similares. Si me paso por allí veinte minutos después o más, allí está Aaliyah, callada y resignada, sola como un polluelo abandonado.

A veces sabemos muchas cosas de las familias de nuestros alumnos precisamente por lo poco que sabemos de ellas.

Ya prácticamente todos mis gansitos me han traído el sobre lleno de papeles firmados por sus padres que estoy obligado a recoger y entregar a la oficina (término que incluye secretaría, dirección y jefatura de estudios).

Aaliyah no.

El otro día volví a darle el sobre, un sobre nuevo con todos los impresos en blanco, pues no me supo aclarar si lo había perdido ella, sus padres o ambos. Le dije que era importante que lo trajera todo firmado al día siguiente, pero fue en vano porque regresó al cole sin el sobre. Cuando pedí un listado con los teléfonos de mis alumnos, el de Aaliyah es uno de los que no está en los ficheros de la escuela.

Así que no es culpa suya nada de lo que a veces nos desespera a los maestros.

Ni es tan urgente, tan importante, tan grave que todavía no sepa decir los días de la semana.

Si miro sus grandes, expresivos e infantiles ojos negros me doy cuenta de que hay muchas otras cosas por aprender y que lo demás ya irá llegando a su debido tiempo.



Timoteo también es muy flojito.

Está repitiendo curso.

Por eso se sabe de memoria algunos de los libros que leemos en grupo.

Mientras los más avanzados leen con gozo y orgullo, aunque a trompicones, con tropiezos e inseguridad, él lee sin mirar las letras, recitando el texto que recuerda acompañaba a esos dibujos. Por eso acierta en el contenido pero yerra en la exactitud de la expresión, sustrayendo, inventando o modificando palabras a su antojo.

Él también se dibujó a sí mismo y a su familia el primer día de clase, en estos folios verdes con los que empapelamos las ventanas.

Mis gansitos suelen tener familias enormes, con muchos hermanitos y hermanitas.

Sus papás y mamás se pasan todo el día laborando.

Algunos no hacen la tarea porque en sus casas no hay un lápiz con que hacerla.

Otra profe española me contaba hoy mismo otra de esas tantas anécdotas que compartimos a diario, asombrados y, como en ésta, conmovidos.

La profesora les estaba leyendo el cuento de Rizitos de oro.

Allí se hablaba de las tres camas: la cama dura, la cama blanda, la cama...

De pronto la interrumpió un alumno:

-Maestra, yo no tengo cama. Yo duermo en una alfombra con mis hermanitos.

Es eso.

Uno siente que no puede fallarles.



Pero luego está Christopher.

Dice su madre que es autista e hiperactivo.

No lee nada.

No sabe escribir ni su nombre.

Apenas se le entiende cuando habla.

Su cuerpo no para.

Es incapaz de estar sentado en su sitio más de cinco minutos.

Es absolutamente dependiente.

Obedece cuando se le dicen las cosas pero hay que decírselas mil y una vez.

No sé por donde empezar con él.

Es una de esas personas singulares.

El otro día vino una terapeuta que lo va a sacar del aula 20 minutos los lunes tres veces al mes para trabajar con él la psicomotricidad.

Sí, lo he dicho bien: una hora al mes en total.

Me dio una especie de cronómetro y una especie de serpiente de peluche.

La especie de cronómetro es para colocarlo en un lugar visible para él y para intentar que permanezca sentado al menos diez minutos.

La especie de serpiente tiene dentro unas bolitas que la hacen relativamente pesada y sirve para que Christopher se la ponga sobre las piernas y eso le ayude a no querer levantarse.

Se la he dado y la ha rechazado a los cinco minutos, esto es, justo en el momento en que ha querido levantarse.

Mañana es lunes y le diré a la terapeuta que lo de la serpiente no ha funcionado y que en la teoría las cosas parecen siempre más sencillas.

No recuerdo su nombre.

En cualquier caso, he decidido llamarla Mrs. 20Minutos.

El caso de Christopher es diferente al de Aaliyah. Sus papás están implicadísimos. Todos los días la madre me manda notas y recados con las tareas y avances que hace con su hijo en casa. Lleva tres años solicitando un colegio o unas clases de educación especial para su hijo, pero sin éxito.

No conozco todavía bien cómo funciona esto por aquí, pero estoy informándome.

Creo que nos merecemos más que 20 minutos.

Christopher, sus papás, mis alumnos y yo.

No sé si es justo o no decirlo, pero a menudo me pregunto si Christopher pertenece o no a este grupo de gansos.

Se hace muy difícil volar con él y sí, puede ser injusto o duro pero es así: está ejerciendo de lastre.

El primer día de clase les conté a mis alumnos algunas cosas que escuché en un training o cursillo acerca de los gansos y que me gustaron.

Ya ven cómo la cosa iba de aves ese día.

Les pregunté que por qué los gansos volaban formando una especie de "V".

Les dije que era para ayudarse y hacer más fácil el vuelo: cada ganso tenía delante suyo otro ganso que le protegía de parte del aire y así no se frenaba tanto y podía volar más rápido.

Les pregunté que si sabían que qué era ese ruido que hacían los gansos al volar en "V".

Les dije que eran los gansos diciéndole al ganso de delante: ¡Venga, ánimo, ánimo, que tú puedes!

Les pregunté que si sabían que qué ocurría cuando un ganso estaba cansado o herido y se caía al suelo.

Les dije que entonces siempre había dos gansos que se separaban del grupo y bajaban a ayudar al ganso herido o cansado y que sólo retomaban el vuelo cuando éste se hubiera restablecido.

Les pregunté, por último, que si sabían por qué les contaba todo esto acerca de los gansos.

Y les dije, finalmente, que es así precisamente como debíamos trabajar todos en clase, como los gansos.

A mis alumnos les pareció bien eso de imitar a los gansos.

Hicimos ese pacto y por eso desde entonces son mis gansitos.

Christopher no vuela.

Me pregunto si habrá forma de bajar a tierra y ayudarle.